17/4/09

SECRETO DE LA FLOR DE ORO 6 / La disolución de la conciencia

El encuentro de la conciencia individual, delimitada estrechamente, pero por lo mismo intensivamente clara, con la enor¬me extensión de lo inconsciente colectivo, es un peligro, pues lo inconsciente tiene definido efecto disolvente sobre la concien¬cia. Ese efecto pertenece incluso, según la exposición del Huí Míng King, a los fenómenos particulares de la práctica del yoga chino. Se dice ahí: "Cada pensamiento parcial adquiere configuración, y se hace visible en color y forma. La fuerza L total del alma revela sus rastros"2.
(…)Se comprende por lo tanto por qué se recae sobre la figura % defensiva del "círculo protector". Ése ha de impedir la "efluxión", y defender la unidad de la conciencia contra la voladura por obra de lo inconsciente. Además, la concepción china intenta eliminar por debilitamiento el efecto disolvente de lo inconsciente en cuanto designa las "figuras del pensamiento" o "pensamientos parciales" como "colores y formas vacíos" y, con ello, los despotencializa en la medida de lo factible. Este pensamiento pasa por todo el budismo (…) hasta la explicación de que también los dioses, favorables y desfavorables, son ilu¬siones que deben todavía ser vencidas. No pertenece por cierto p a la competencia del psicólogo establecer la verdad o falsedad metafísica de ese pensamiento. Él debe contentarse con establecer, donde sea posible, qué es lo psíquicamente efectivo. Y no le preocupa el que la figura en consideración sea o no una ilusión trascendental. Sobre ello decide la fe y no la ciencia. (…) la sustancialidad de estas cosas no es ningún problema científico ya que, en todo caso, yace más allá de la facultad de percepción y juicio humanos, y por lo tanto también más allá de toda posibilidad de prueba. No se trata, pues, para el psicólogo, de la sustancia de esos complejos, sino solamente de la experiencia psíquica. Sin duda son contenidos psíquicos experimentales, de autonomía igualmente incontestable, pues son sistemas psíquicos parciales que, o entran en escena de modo espontáneo en estados extáticos y, circunstancialmente, suscitan violentas impresiones y efectos, o se fijan en pertur¬baciones mentales bajo la forma de ideas delirantes y alucina¬ciones y con ello destruyen la unidad de la personalidad. El psiquiatra está de hecho inclinado a creer en toxinas y simi¬lares, y a explicar a partir de ellas la esquizofrenia (escisión de la mente en la psicosis), dejando de lado los contenidos psíquicos. En cambio, en las perturbaciones psicógenas (his¬teria, neurosis obsesivas, etc.), donde sencillamente no cabe hablar de efectos de toxinas y degeneraciones de células, tienen lugar, como por ejemplo en los estados sonambúlicos, similares escisiones espontáneas de complejos, que Freud por cierto que¬ría explicar a partir de la represión inconsciente de la sexua¬lidad. Tal explicación, empero, en modo alguno vale para todos los casos, pues también pueden desarrollarse espontáneamente de lo inconsciente contenidos que la conciencia no puede asimilar. En casos de la última índole falla la hipótesis de la represión. Además, en la vida cotidiana puede observarse la autonomía, en los efectos que, contra nuestra voluntad y nues¬tras tentativas de represión más esforzadas, empujan obstinadamente e, inundando al yo, lo ponen bajo su voluntad. No es de admirarse, por lo tanto, que el primitivo vea en eso una posesión, o la migración de un alma, pues también nuestro lenguaje lo hace todavía: “No sé qué le ha entrado hoy"; "está llevado por el diablo"; "lo tiene de nuevo"; "se pone fuera de sí"; "se comporta como un poseso". Hasta la prác¬tica legal reconoce una disminución parcial de la responsabi¬lidad durante el estado pasional. Los contenidos anímicos autónomos nos son, en consecuencia, una experiencia por entero corriente. Tales contenidos tienen sobre la conciencia un efecto explosivo.
(…)Tales sistemas parciales se hallan sobre todo en las enfermedades mentales, en las decisiones psicógenas de la personalidad (per¬sonalidad doble) y muy comúnmente en los fenómenos mediúmnicos. Puede hallárselos asimismo en los fenómenos reli¬giosos. Por lo tanto, muchos de los que antes eran dioses han pasado de ser personas a ser ideas personificadas y, finalmente, a ideas abstractas, pues los contenidos inconscientes vivificados aparecen siempre primero como proyectados hacia fuera y, en el transcurso del desarrollo espiritual, son paulatinamente asimilados, vía proyección espacial, por la conciencia y refor¬mados en ideas conscientes, que pierden entonces su carácter originalmente autónomo y personal.
(…)Si las tendencias a la escisión no fueran cualidades inhe¬rentes a la psique humana, absolutamente nunca se hubieran escindido los sistemas parciales; en otras palabras, jamás hubieran existido dioses o espíritus. Por eso, a causa del culto exclusivo de la conciencia, nuestros tiempos son en tan alto grado impíos y profanos. Nuestra verdadera religión es un monoteísmo de la conciencia, una posesión por la conciencia, con una fanática negación de la existencia de sistemas parciales autónomos. Nos diferenciamos empero de las enseñan¬zas del yoga budista porque negamos hasta la calidad de experimentable de los sistemas parciales. En eso hay un gran peligro psíquico, pues entonces los sistemas parciales se comportan como cualquier contenido reprimido: producen compulsiva¬mente actitudes falsas, puesto que lo reprimido asoma de nuevo en la conciencia bajo la forma inapropiada. Este hecho, que salta a la vista en cada caso de neurosis, vale también para los fe¬nómenos psíquicos colectivos. Nuestro tiempo incurre a ese respecto en un error fatal: cree, en efecto, poder criticar intelectualmente los hechos religiosos.
(…)El efecto existe constantemente de manera colectiva, los sis¬temas autónomos actúan sin cesar, pues la estructura funda¬mental de lo inconsciente no es conmovida por las indeci¬siones de una conciencia transitoria. Si se niega los sistemas parciales, imaginando que se los anula mediante la crítica del nombre, no se puede entonces comprender más su efecto, que sigue existiendo a pesar de eso, ni tampoco asimilarlos más a la conciencia. Pasan entonces a ser un inexplicable factor de perturbación, el que finalmente se supone en algún lugar ex¬terno. Sobreviene con eso una proyección de los sistemas par¬ciales y, al mismo tiempo, se crea una situación peligrosa, pues los efectos perturbadores se atribuyen ahora a una mala vo¬luntad exterior (…)
La locura es una posesión por un contenido inconsciente que, como tal, no es asimilado a la conciencia. Y porque la conciencia niega la existencia de tales contenidos, tampoco los puede asimilar. Expresado de manera religiosa: no se tiene ya ningún temor de Dios} y se da a entender que todo sea libra¬do a la medida humana. Esta Hybris, o sea, estrechez de conciencia, es siempre el camino más corto al asilo de alienados.
(…)Más bien debe conmover simpáticamente al europeo ilus¬trado el que en el Huí Ming King se diga: "Las figuras for¬madas por medio del fuego del espíritu son sólo colores y formas vacíos." Eso suena por entero a europeo y parece casar excelentemente con nuestra razón; en verdad, opinamos que debemos sentirnos halagados de haber alcanzado ya esas alturas de la claridad, pues parece uno haber dejado tras sí hace tiempo tales fantasmas de dioses. Pero lo que hemos superado son sólo los fantasmas de las palabras, no los hechos psíquicos que fue¬ran responsables del nacimiento de los dioses. Estamos todavía exactamente tan poseídos por nuestros contenidos anímicos autónomos como si éstos fueran dioses. Ahora se los llama fobias, obsesiones, etc.; brevemente, síntomas neuróticos. Los dioses han pasado a ser enfermedades, y Zeus no rige más el Olimpo, sino el plexus solarís y ocasiona curiosidades para la consulta médica, o perturba el cerebro de políticos y periodistas quienes, involuntariamente, desencadenan epidemias psíquicas.

Por lo tanto, es mejor para el hombre occidental que no sepa al pronto demasiado acerca de la secreta penetración de los sabios orientales, pues sería "el medio correcto en manos del hombre erróneo". (…) Debiera de aprender a reconocer de nuevo esas potencias psíquicas, y no esperar hasta que sus humores, nerviosidades o ideas delirantes le aclaren, de la manera más dolorosa, que no es el único señor en su casa. Las tendencias de escisión son personalidades psíquicas efectivas de realidad relativa. Son reales cuando no se las reconoce como reales y son por lo tanto proyectadas; relativamente reales cuando están en vinculación con la concien¬cia (expresado de manera religiosa: cuando existe un culto); irreales, empero, en la medida que la conciencia comienza a separarse de sus contenidos. Pero lo último es el caso tan sólo cuando la vida ha sido vivida tan exhaustivamente y con tal devoción que no existe ya ninguna obligación vital absoluta y, por ende, ninguna exigencia que no pueda ser sacrificada sin reflexión, se halle ya en el camino de la superioridad in¬terna sobre el mundo. De nada sirve mentirse a ese respecto. Donde todavía se está detenido, aún se está poseso. Y si se está poseso, aún existe algo más fuerte, que lo posee a uno. ("En verdad os digo que de ahí no saldrás hasta no haber pagado el último céntimo".) No es del todo indiferente que, se designe algo como una "manía" o como un "dios". Estar al servicio de una manía es reprobable e indigno; en cambio, servir a un dios es, a causa de la sumisión a algo más alto in¬visible y espiritual, significativamente más pleno de sentido y, al par, más rico en perspectivas, puesto que la personifi¬cación ocasiona ya la realidad relativa de los sistemas parciales autónomos y, con ello, la posibilidad de la asimilación y de la "irrealización" de las potencias de la vida.

"El secreto de la Flor de Oro" - Carl Jung

14/4/09

SECRETO DE LA FLOR DE ORO 3 / El movimiento circular y el centro.

La unión de los opuestos5 sobre un nivel más elevado no es, como ya se destacó, ningún asunto racional, y tampoco cosa del querer, sino un proceso de desarrollo psíquico que se expresa en símbolos. Históricamente fue siempre representa-; do por símbolos y aún hoy se manifiesta en el desarrollo individual de la personalidad a través de figuras simbólicas. Ese hecho resultó, para mí, de las siguientes experiencias: las fan¬tasías espontáneas, de las que tratamos más arriba, se ahondan y concentran paulatinamente en imágenes abstractas que apa¬rentemente representan "principios", verdaderos arcbai gnós¬ticos. Cuando las fantasías son principalmente expresadas co¬mo pensamientos, entran en escena formulaciones intuitivas de leyes o principios oscuramente presentidos, que de in¬mediato son dramatizados o personificados. (De esto habre¬mos de tratar todavía más abajo.) Si las fantasías son dibu¬jadas, surgen símbolos que pertenecen principalmente al tipo llamado mándala. Mándala quiere decir círculo, en especial círculo mágico. No sólo están los mándalas expandidos por todo el Oriente, sino que también entre nosotros se hallan abundantemente atestiguados durante la Edad Media. Los cris¬tianos especialmente han de ser situados a principios de la Edad Media, en su mayor parte con Cristo en el centro y los cuatro evangelistas, o sus símbolos, en los puntos cardinales. Esta concepción debe ser muy antigua, puesto que también es representado así por los egipcios Horus con sus cuatro hi¬jos (Horus con sus cuatro hijos tiene, como se sabe, relacio¬nes muy próximas con Cristo y los cuatro evangelistas.) Más tarde encontramos un evidente mándala, altamente interesan¬te, en el libro de Jakob Boehme sobre el alma. Es enteramente visible allí que se trata de un sistema psicocósmico con una fuerte trama cristiana. Lo llama él "el ojo filosófico" 7 o "el espejo de la sabiduría", con lo que se da a entender manifiestamente una summma del saber secreto. En su mayor parte, los mándalas tienen forma de flor, cruz o rueda, con una clara propensión al cuatro, que recuerda la tetraktys pitagórica, el número básico. Se hallan también tales mándalas, como di¬seños en arena para usos rituales, entre los indios pueblos8.
El Este posee naturalmente los más bellos mándalas, en espe¬cial el budismo tibetano. En estos mándalas están representados los símbolos de nuestro texto. He encontrado asimismo dibu¬jos mandálicos entre enfermos mentales, y por cierto entre gente que, con seguridad, no tiene la menor idea de las vin¬culaciones aquí mencionadas 9.
Entre mis pacientes he observado algunos casos de señoras que no dibujaban los mándalas, sino que los bailaban. Para eso existe en la India el término mándala nritya = danza mándala. Las figuras de la danza expresan idéntico significado que los dibujos. Los pacientes mismos poco pueden declarar acerca del sentido de los símbolos mandálicos. Solamente son fascinados por ellos y de alguna manera los hallan, con respecto al estado anímico subjetivo, plenos de expresión y efecto.
Nuestro texto promete "revelar el secreto de la Flor de Oro del gran Uno". La Flor de Oro es la Luz, y la Luz del Cielo es Tao. La Flor de Oro es un símbolo mandálico con el que me he encontrado a menudo entre mis pacientes. Es dibu¬jada ya en vista general, en consecuencia como un ornamento geométrico regular, ya también en vista particular como flor que crece de una planta. La planta es, a menudo, una imagen en colores luminosos ígneos, que crece de una oscuridad sub¬yacente, y lleva encima la Flor de Luz (un símbolo similar al árbol de Navidad). En tal dibujo se expresa simultáneamente el origen de la Flor de Oro, pues según el Huí Ming King se halla ahí la "vesícula germinal", que no es otra cosa que el "Castillo Amarillo", la "terraza de la vitalidad", el "campo de una pulgada de la casa de un pie", la "sala purpúrea de la ciudad de jade>s? el "oscuro desfiladero", el "espacio del Cielo anterior", el "castillo del dragón sobre el fondo del mar". También es llamada "la zona limítrofe de las montañas de nieve", el "desfiladero primordial", el "reino del supremo go¬ce", la "tierra sin límites" y el "altar donde son producidos conciencia y vida", "Cuando un muriente no conoce este lugar germinal", dice el Hni Ming King, "no encontrará la unidad de conciencia y vida en mil nacimientos y diez mil eras del mundo".
El principio, en el que todavía todo es uno, y que por ende aparece como la más alta meta, yace sobre el fondo del mar, en la oscuridad de lo inconsciente. En la vesícula germinal conciencia y vida (o "esencia" y "vida" = sing — ming) son todavía "una unidad" 10, "inseparablemente mezcladas como la simiente del fuego en el horno de refinar". "Dentro de la vesícula germinal está el fuego del soberano". "En la vesícula germinal han comenzado su trabajo todos los sabios". Adviér¬tanse las analogías relativas al fuego. Conozco una serie de dibujos mandálicos europeos donde algo así como una simiente vegetal, rodeada por envolturas, nada en agua penetrando en ella el fuego desde las profundidades, lo que genera crecimien¬to y causa de tal modo el nacimiento de una gran flor de oro, que crece de la vesícula germinal .
Esa simbólica se refiere a una especie de proceso alquímico de refinación y ennoblecimiento; lo oscuro da nacimiento a la luz, del "plomo de la región del agua" crece el oro noble, lo inconsciente se hace consciente bajo la forma de un proceso de vida o crecimiento. (Una analogía completa de esto es el yoga Kundalini de la India n.) Resulta de tal manera la re¬unión de conciencia y vida.
Cuando mis pacientes esbozan tales imágenes, ello no ocu¬rre naturalmente por sugestión, pues tales imágenes fueron hechas antes de que me fuera conocido su significado o su relación con las prácticas del Este, que entonces ignoraba yo por completo. Nacían en forma enteramente espontánea, y de dos fuentes. Una fuente es lo inconsciente, que engendra tales fantasías espontáneamente; la otra fuente es la vida, que vi¬vida con la devoción más plena da un presentimiento del sí mismo, de la esencia individual. La percepción de la última fuente se expresa en el dibujo; la primera fuente obliga a un darse a la vida. Pues, totalmente en concordancia con la con¬cepción oriental, el símbolo mandálico no sólo es expresión sino que también tiene efecto. Reacciona sobre su autor. An¬tiquísimos efectos mágicos se asocian con ese símbolo, pues desciende originalmente del "círculo protector", del "circulo encantado", cuya magia se ha conservado en innumerables usos populares 32. La imagen tiene el objeto manifiesto de tra¬zar un sulcus primigenius, un surco mágico alrededor del cen¬tro, el templum o el témenos (recinto sacro) de la personali¬dad más íntima para impedir la "efluxión" o rechazar apotropéyicamente la distracción por lo externo. Las prácticas mágicas no son otra cosa que proyecciones del acontecer aní¬mico, que hallan aquí su reaplicación sobre el alma, obrando como una especie de encantamiento de la propia personalidad; es decir, un retrotraer, sostenido y facilitado por medio del
< proceder gráfico, de la atención o, mejor dicho, de la parti¬cipación, a un recinto sacro interno que es origen y meta del alma, y que contiene esa unidad de vida y conciencia primero tenida, perdida luego y que ha de encontrarse nuevamente. La unidad de ambas es Tao, cuyo símbolo sería la luz blanca central (de manera similar al Bardo Todol13). Esa luz reside en la ''pulgada cuadrada" o en la "cara", es decir, entre los ojos. Es la manifestación del "punto creativo", una inten¬sidad inextensa, pensada en conjunto con el espacio de la "pulgada cuadrada", con el símbolo de lo extenso. Ambos juntos es Tao. Esencia o conciencia (sing) tienen símbolos lumínicos, son por lo tanto intensidad. En consecuencia, vida (ming) coincidiría con extensión. La primera tiene carácter Yang y la segunda Ying. En la más completa analogía con la idea fundamental china, el mándala arriba citado, de una joven sonámbula de quince años y medio a quien traté hace más de treinta años, muestra en el centro una inextensa "fuente de fuerza vital", que en su emanación se topa de manera inmediata con un principio opuesto, espacial.
El Acercamiento", o circumambulatio, se expresa en nues¬tro texto por la idea del "curso circular". El curso circular no es meramente movimiento circular, sino que tiene por un lado el significado de un aislamiento del recinto sacro, y por el otro el de fijar y concentrar; la rueda solar comienza a correr, es decir, el sol es vivificado y comienza su carrera; en otras palabras, Tao comienza a actuar y a asumir Ja conducción.
El hacer se trueca en no-hacer, esto es, todo lo periférico es subordinado al comando de lo central; por lo tanto se dice: ^"Movimiento es otro nombre para dominación,?> Psicológica¬mente, ese curso circular sería un "dar vueltas en círculo en torno a sí mismo", con lo cual evidentemente quedan impli¬cados todos los aspectos de la personalidad. "Los polos de lo luminoso y de lo oscuro son puestos en movimiento circular", o sea, surge una alternancia de día y noche.
"Alterna la lucidez del Paraíso Con la noche profunda, plena de terrores."
(GOETHE)
Según eso, el movimiento circular tiene también el signi¬ficado moral de la vivificación de todas las fuerzas lúcidas y oscuras de la naturaleza humana y, con ello, de todos los opuestos psicológicos de cualquier índole que sean. Lo cual no significa otra cosa que el autoconocimiento a través de la auto-incubación (índico: tapas}. Una presentación primitiva se¬mejante del ser perfecto es el hombre platónico, redondo por todos lados, en el que también los sexos están unificados.
(…)
Por regla, el fenómeno es espontáneo; viene y va según su propio impulso. Su efecto es asombroso, por cuanto casi siem¬pre produce una solución de las complicaciones anímicas y, con ello, un desligamiento de la personalidad interna respecto de enredos emocionales e ideológicos; de ese modo crea una unidad del ser que comúnmente se experimenta como "libe¬ración".
La voluntad consciente no puede alcanzar tal unidad sim¬bólica, pues la conciencia es, en este caso, parte. El opositor es lo inconsciente colectivo, que no entiende ningún lenguaje de la conciencia. Por lo tanto, se tiene necesidad de símbolos "mágicamente" efectivos, que contengan aquellos analogismos primitivos que hablan a lo inconsciente. Sólo mediante el sí ni- bolo puede lo inconsciente ser alcanzado y expresado, por cuyo motivo jamás podrá la individuación abstenerse de sím¬bolos. El símbolo es por un lado la expresión primitiva de lo inconsciente y, por el otro, una idea que corresponde al más alto presentimiento que le sea dado a la conciencia.
El más antiguo de los dibujos m andálicos que conozco es una llamada "rueda solar" paleolítica, que fue descubierta en Rhodesia. Está basada, de igual manera, en el nú¬mero cuatro. Cosas que llegan tan hacia atrás en la historia de la humanidad tocan, naturalmente, las capas más profun¬das de lo inconsciente, y posibilitan asirlas donde el lenguaje consciente se muestra como totalmente impotente. Tales cosas no pueden ser creadas por el pensamiento, sino que deben crecer de nuevo hacía arriba desde la oscura profundidad del olvido, para expresar los presentimientos supremos de la con¬ciencia y la intuición más alta del espíritu y, así, fundir en lino la unicidad de la conciencia actual con el primitivo pasado de la vida.


"El secreto de la Flor de Oro" - Carl G. Jung