22/8/23

Conceptos iniciales

 

MANDALAS

Conceptos iniciales

El mandala - círculo mágico en sánscrito - constituye un símbolo de la totalidad e integración y ha sido usado desde tiempos antiquísimos hasta nuestros días por las tradiciones espirituales de todo el mundo.

Caminar, danzar, contemplar, dibujar y pintar mandalas puede ayudar a curar la sensación de fragmentación psíquica y espiritual, a manifestar la creatividad y a reconectarnos con nuestro Ser esencial.

En nuestra sociedad occidental, rara vez pensamos en “redondo” o en totalidades (holísticamente).

Tendemos a pensar de una forma lineal, yendo “del punto A al punto B”.

Los mandalas son expresiones de nuestra necesidad innata de totalidad y unidad. En épocas de enfermedad, crisis personales, depresión, divorcio, etc., tendemos a perder nuestro mecanismo de dirección interior cuando, de hecho, lo que necesitamos es que el descanso, la tranquilidad y la reflexión regresen a nuestras vidas.

 

El mandala como reflejo de la vida interior

 El mandala representa el proceso de asimilar elementos importantes en la vida que a menudo siguen siendo inconscientes, aunque estén prácticamente en la superficie de la conciencia. En realidad, el mandala es una expresión del microcosmos que se representa dentro de la persona y se revela en las formas, los símbolos y los colores presentes, y en su contexto combinado. El mandala funciona como un punto focal, como una lente que está enfocada en el interior y que refleja cualquier cosa que se esté representando en la psique en un momento dado. Cuando esto ocurre, el mandala es un reflejo del alma.

Por lo tanto, el proceso de asimilar y transformar imágenes inconscientes se expresa en símbolos que aparecen durante el desarrollo del mandala. Cuando estamos haciendo uno, es bueno tener en cuenta que, una vez que este proceso se ha iniciado, en ocasiones es difícil detenerlo. Pero tampoco sería inteligente hacerlo, porque a menudo este proceso marcará también el comienzo de una nueva etapa en la vida, una época durante la cual se pueden experimentar, manejar y posiblemente resolver conscientemente cosas que están ocultas en lo más profundo del inconsciente. Podemos reconocer pautas básicas y temas recurrentes como un hilo que pasa por la vida de todo el mundo y que nos une. Así pues, al hacer mandalas o contemplarlos, experimentamos imágenes que pueden ayudarnos a ser una totalidad, imágenes que evocan los poderes de transformación. Estos poderes pueden iniciar un proceso de toma de conciencia, de modo que es posible que nuestra vida dé un giro completamente distinto.

El simbolismo de los diseños y los colores en un mandala no tiene que ser inmediatamente visible y consciente. En una etapa posterior puede hacerse repentinamente evidente lo que significan en ese contexto un determinado símbolo y una forma o un color particulares.

Mientras uno trabaja en un mandala, afloran todo tipo de sentimientos: paz interior, contento, amor o alegría; sin embargo también pueden aparecer el enfado, el miedo, el odio o la ira. Cuando uno se permite tener estos sentimientos y emociones, entonces puede experimentarlos conscientemente para tener la oportunidad de procesarlos o transformarlos. Ése es el efecto totalizador de un mandala. Para crear una conciencia abierta e intuitiva mientras uno está haciéndolo, es importante alcanzar un estado de ánimo meditativo y reflexivo. Puedes facilitar esto asegurándote que no haya interrupciones y de que tu respiración sea regular. Una música agradable de fondo, encender velas o incienso, o vaporizar aceites esenciales también contribuirá a crear la atmósfera adecuada.

 

El círculo: reflejo del orden natural

Encontramos mandalas a cada paso. Cada uno de nosotros los ve diariamente, sólo que muchos no sabemos que se trata de uno de los símbolos que nos ha sido dado como un arquetipo que nos influye.

 

Observemos la naturaleza y nuestro entorno:

  • En un lago un pez salta del agua: allí donde se sumerge de nuevo se forman círculos que van aumentando su tamaño.
  • Las margaritas llevan una corona blanca de destellos alrededor de un centro amarillo.
  • Un nido de pájaros redondo sobre una rama
  • Una telaraña en donde brillan gotas de rocío
  • El sol, la luna y las estrellas emiten sus rayos desde el cielo mientras se mueven en círculo
  • Un grupo de niños juegan saltando a la soga o haciendo rondas
  • Un copo de nieve observado con una lupa contiene un circulo concéntrico que es el carácter simbólico y eterno de un mandala
  • Las células humanas tienen la forma de un circulo

 

Cada una de estas formas que nos da la naturaleza rodea un centro ordenadamente. Desde este se reparten o dispersan otras formas y líneas hasta el borde del círculo. Los mandalas reflejan de una manera misteriosa el orden de la naturaleza o, desde un punto de vista religioso, la creación.

La forma del mandala representa también lo inexplicable, ya que la imagen expresa lo que está más allá de nuestra capacidad de de percepción.

Los mandalas no sólo contienen nuestros sueños, también nos abren la posibilidad de una comprensión más profunda de las cosas.

Los Mandalas y su utilización terapéutica

A menudo estamos nerviosos, padecemos dolor de cabeza y tensiones, estamos deprimidos y reaccionamos de forma agresiva sin ningún motivo. Estos son signos de alarma que el alma exterioriza y significan que el individuo está desbordado, que debería descansar y buscar algún medio de relajación.

Los afectados no son sólo los adultos, sino que cada vez hay más niños nerviosos y con problemas de falta de concentración, o que sufren trastornos del comportamiento y desarrollo causados por su estado anímico. Estos síntomas son el signo de que el ser humano ha perdido su unidad interior.


En busca de nuestro Yo perdido

Existen varias posibilidades de devolver a nuestra alma la armonía, de reencontrar la unidad desde este desmembramiento. Sin embargo, y de manera creativa, podemos hacer algo por nosotros mismos pintando mandalas y recuperar así la salud paso a paso. Estas imágenes circulares están almacenadas en el inconsciente de cada uno de nosotros. Vuelven a reunir las fuerzas dispersas de la mente y el alma. Los mandalas ya se encontraban en las antiguas civilizaciones y también en los llamados pueblos primitivos. Estos, intuitivamente, sabían calmar su mente y su alma con la ayuda de imágenes circulares, como un camino para acercarse de nuevo a la propia naturaleza.

 

La meditación con los mandalas. El descubrimiento del mundo interior.

Entre las técnicas de la psicoterapia encontramos la meditación con los mandalas como un ejercicio de relajación metódico. Carl Gustav Jung estudió exhaustivamente el efecto curativo de las imágenes circulares en el alma. Confirmó que pintar mandalas ofrece tranquilidad y sosiego tanto a los psíquicamente sanos como a los enfermos. El trabajo con mandalas da un resultado especialmente positivo en niños inquietos, nerviosos y difíciles, ya que en ellos la barrera de complejos que obstaculiza  el pintar es menor que en los adultos. Las personas a las que les agrada dibujar y crear nuevas formas, experimentarán una profunda satisfacción cuando estén pintando mandalas y con ello descubrirán un mundo muy especial, así como todas las facetas de su interior y sus posibilidades de desarrollo.

 

Elementos básicos estructurales

 

Círculo: símbolo del cosmos, la eternidad y totalidad.

Cuadrado: representa la Tierra y el mundo construido por el hombre.

 

El mandala empieza y finaliza en un centro (bindu)

Desde este centro salen todas las formas que podemos ver en el mandala como rayos o círculos alrededor de este centro

El punto central está rodeado por un circulo

En un mandala todas las formas geométricas como cuadrados, círculos o líneas están conectadas entre sí.
 

Hay una rica variedad de mandalas que difieren en su construcción y diseño. Los mandalas más frecuentes son:

 

Un círculo con un centro y una simetría cuádruple, con formas abstractas o figurativas.

Un círculo con un centro sin simetría, con formas abstractas o figurativas.

Un círculo con un centro y una simetría doble, triple, quíntuple, séxtuple o múltiple.

Un círculo sin un centro, con formas abstractas o figurativas que parecen ser interdependientes las unas de las otras.

Otras formas como cuadrados, hexágonos u octógonos, con o sin simetría y con formas abstractas o figurativas.

 

¿Cuál es la diferencia esencial entre un mandala puro (un círculo con un centro y una simetría cuádruple) y una imagen de una “casa con árbol y perro” dentro de un círculo?

 

Un mandala se diferencia de otros dibujos o creaciones intuitivas porque se realiza dentro de un círculo para que la energía no se pueda perder. Hay un centro, símbolo del “Yo Superior” o de la “Chispa Cósmica” del que lo hace, o “ventana” a otro mundo trascendente de imaginación o intuición. Hay una división característica de cuatro partes dentro del círculo que simbolizan los cuatro puntos cardinales, los cuatro elementos o las cuatro estaciones (todas ellas simbolizan también las cuatro funciones psíquicas) de tal manera que el contenido simbólico de la representación se revela cuatro veces. Debido al punto central y a las imágenes agrupadas en torno a él, que se repiten cuatro veces, se crea una profundidad y un movimiento dinámico dentro del mandala que lo hacen agradable a la contemplación emanando un efecto sanador.

 

La resistencia y las emociones

 Algunos colores y algunas formas aparecen con mucha facilidad y espontáneamente, mientras que otros, a pesar de haber sido elegidos intuitivamente, pueden provocar resistencia. En un momento determinado, puede surgir una aversión hacia todo el mandala. El sentimiento de desagrado puede llegar a ser tan fuerte que despierte la necesidad de destruirlo, arrojarlo a la basura, tacharlo o pintar encima de él, lo cual no debería perturbarte, ya que simplemente forma parte del proceso. Esto significa que están saliendo a la superficie emociones o elementos oscuros que necesitan ser atendidos y procesados. Precisamente por este motivo es importante continuar, completar el mandala. Continúa con el proceso interior y, si es necesario, habla de él con otras personas. De este modo es probable que se aclare lo que está ocurriendo.

 

Mientras uno hace un mandala, es importante permanecer en el aquí y el ahora. En ocasiones, los pensamientos van a la deriva e, inadvertidamente, te viene a la mente otra forma u otro color. Entonces es importante que centres tu atención y sigas adelante, concentrándote en tu trabajo. Existe una razón por la cual eliges un color y una forma en un momento dado. Lo que ocurra luego todavía no importa.

 

Si cometes un “error”, esto también cuestiona el estado de tu atención. ¿Tus pensamientos estaban en todas partes y en ninguna, o estaba teniendo lugar una discusión interior? De cualquier modo, ¿se trata realmente de un error? ¿O es una pequeña señal que te envía el inconsciente para que despiertes y te enfrentes a un hecho en particular? Evidentemente, por alguna razón, cometiste un error. ¿Y ahora qué? Cuando el mandala esté terminado, un pequeño error como ese podría acabar encajando a la perfección en el conjunto y el efecto no tiene por qué ser perturbador. Por otro lado, no está escrito sobre piedra que tengas que ver ese error eternamente. También puedes adaptarlo, lo cual, en un mandala, significa borrarlo, deshacerlo, pintar encima de él o darle un giro original y creativo.

 

Esta técnica de trabajo no tiene como objetivo producir unas obras de arte bonitas, sino permitir que aparezcan formas y colores intuitivamente. Con este método, el proceso es más importante que el resultado, así que el mandala tampoco puede juzgarse por su valor artístico. Lo principal es la realización, el puro hecho de estar ocupado haciéndolo y de ser capaz de acceder a fuentes creativas desconocidas.

En Psicología Analítica, la importancia del mandala está determinada por ser una unidad de ordenamiento que surge de nuestras profundidades arquetípicas inconcientes y por lo tanto curativas, que corresponde a nuestro sanador interior.

 

Síntesis:

 

Los mandalas representan un mundo entero, Dios, el ser humano, la vida y la creación.

Tienen la forma perfecta: el círculo.

Esta forma circular es un símbolo llamado arquetipo, es decir, una imagen ancestral que está arraigada en el inconsciente colectivo de todos nosotros, la humanidad, y que rige el orden interior de la naturaleza.

 

Para Carl Jung:

 

El mandala representa la totalidad de la mente, la conciencia y el inconsciente.

La composición armónica alrededor de un punto central significa la grandeza global, tal y como puede serlo el Yo inconsciente del ser humano (Self).

El Self es el orden más elevado dentro de nosotros, regala vida al alma y la conserva, activa el desarrollo del ser humano y lo hace un individuo diferente de los demás.

El mandala reúne las fuerzas espirituales y las acumula en el Self.

Equilibra las contradicciones y actúa como mediador entre ellas.

 

 Huyser, Anneke. “El libro de trabajo de los Mandalas”. Ed. Obelisco

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Verónica DAgostino
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